En el día de hoy, centenares de personas esperaban en una prolija fila, que las autoridades de la embajada venezolana en Argentina les permitiese pasar para plasmar su saludo al «comandante que ya no está, pero no se ha ido».

A la medianoche del martes, el embajador Carlos Martínez Mendoza decidió abrir las puertas del edificio de la sede diplomática de su país en la ciudad de Buenos Aires, para permitir paso a las personas que quisieran acercarse a despedir, a la distancia, la figura del presidente fallecido y que se multiplicaron con el correr de las horas.

Miles de expresiones se multiplicaron en carteles sobre la embajada, realizados durante la marcha pero dejando claro el mensaje,»Yo te vi enterrar al ALCA», le aseguraba alguien al presidente de Venezuela, como atajando para siempre una instantánea de aquel noviembre de 2005. «En la historia más dulce de este mundo estás en nosotros», dedicaba con ternura otro mensaje, fijado al lado de una fotografía del comandante en pleno discurso, más delgado, con más pelo, igual de potente. «Fuerza, Venezuela, lloramos con ustedes».

Mientras, las autoridades consulares convirtieron rápidamente la recepción de la embajada en pasarela. Ubicaron una televisión sobre el mostrador de bienvenida que emitió en continuado y en vivo las imágenes que llegaban desde Caracas. Ubicaron una hilera de sillas para que los visitantes no esperaran incómodos su turno para escribir sus despedidas, sentados al borde de una mesa en la que una foto del mandatario homenajeado los observaba, sonriente.