Eugenio Raúl Zaffaroni. “El maestro”, como muchos lo mencionaron, desató ovaciones, cantitos de hinchada y gritos de “¡fuerza!” una y otra vez cuando, subido al estrado, ofreció –con erudición e ironía– “una clase inaugural” de lo que dio en llamar, mucho antes de que se difundieran las noticias sobre sus departamentos y su cuenta (nunca ocultada) en Suiza, “criminología mediática”. Algo así como un sistema de juzgamiento (anche ajusticiamiento) de que se valen los medios de comunicación mientras construyen la realidad. Su caso, anunció, serviría de ejemplo “práctico”. Sobre el final, Zaffaroni advirtió que la generalización de este tipo de “hechos” de “hostigamiento” podrían traer consecuencias tales como “llevar a la opinión pública la impresión de que en la política y la función pública nadie está limpio, que todos son sucios (…) eso es la antipolítica y ésta es el preludio de toda aventura y de toda dictadura”. Después le regaló al público “una confesión”: y contó que venía pensando que ya llevaba demasiado tiempo en la Corte Suprema, que van a ser ocho años y ya era hora de irse. Y cuando todos le suplicaban “¡no, no!”, entonces exclamó: “Quédense tranquilos, ahora estoy preso, no puedo irme. Que quede claro que no me voy por esta infamia”.
Que el acto se hiciera en la Facultad de Derecho, con presencia y discurso de su decana Mónica Pinto y el rector de la UBA, Ruben Hallu, tuvo un gran peso simbólico y de respaldo hacia Zaffaroni.
El rector Hallu le dijo de manera sentida que todos trataban de ponerse en su pellejo. “Esta universidad, esta comunidad de 400 mil personas lo respalda totalmente”, le aseguró. “Nuestro profesor Zaffaroni no debería pasar por esto”, dijo. Mónica Pinto destacó su carácter de profesor emérito, de “generador de una escuela de pensamiento jurídico”, su “honestidad intelectual”, y cuestionó “el destrato al que está siendo sometido”. También hablaron representantes la Asociación de Abogados Loboralistas, la Asociación de Profesores de Derecho Penal, la Asociación Americana de Juristas, la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Llegó una mensaje de Eduardo Galeano: “Los que te atacan Raúl, los que te enchastran, los que te insultan, no saben que así te están elogiando”.
“No deseo hacer de esto una epopeya ni asumir el papel de víctima. Sé muy bien que trabajar de víctima es el mejor negocio político”, pero “no tengo interés en eso”, inauguró su discurso Zaffaroni, para luego empezar una verdadera clase de “criminología mediática”, un concepto de su último libro, La palabra de los muertos. Con gran precisión, sentido didáctico y mucho humor, Zaffaroni explicó que “las circunstancias han querido que me halle en la curiosa situación de un observador participante cuyo rol es el de objeto de una tentativa fallida de construcción mediática de la realidad (…) se trata de una clase en base a un caso práctico”, afirmó, y desató la primera oleada de risas y aplausos.
Caracterizó el hecho como “una lapidación mediática”, no un “linchamiento”, ya que en el primer caso “se toca materialmente a la víctima” y pero en el segundo se la “persigue” “arrojando piedras hasta que sucumbe”; “los ejecutores son anónimos y nadie se contamina físicamente con la víctima”. Citó doce “motivaciones”: desde “una ong que busca promoción” hasta “sectores minoritarios de seguridad” que buscan “venganza”, “afectados por el lapidado al promover el secuestro de 4 millones de dosis de paco y obtener más de 100 procesamientos”, e incluso “burócratas internacionales preocupados por lo que el lapidado discurre acerca del crimen organización y del lavado de dinero”. Nombró molestias por “la integración de la Corte” y “personas con escaso éxito político”.
Para cerrar, habló del peligro de “estimular a los que en toda sociedad tienen vocación de inquisidores para que un buen día impulsen una ley mordaza; esto debe evitarse a cualquier precio (…) El amarillismo no se combate con censura, sino con definiciones”. En lo personal dijo que no le gusta que lo definan por su función. “Yo trabajo de juez, no soy juez. Soy Raúl. Seguiré haciendo lo que hago, pensando y diciendo lo que pienso. Yo sé quién soy, ellos todavía no (…) Pero la humanidad no está representada por ellos: la prueba de que hay humanidad son ustedes que están acá.”