El primer monumento patrio de la Ciudad se creó en 1811. Erigido para celebrar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, tuvo varias transformaciones. Y hasta ayer estaba deteriorado y con pintadas.
Fue el primer monumento patrio de la ciudad de Buenos Aires, erigido para celebrar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, en 1811. No llegaron a terminarlo para el 25 de mayo, pero ese día lo inauguraron igual. Los trabajos, a cargo del maestro de obras Francisco Cañete, continuaron por varios días más. Y ayer, el arquitecto José Mastrángelo inició una nueva carrera contra el tiempo: restaurar la Pirámide de Mayo para que recupere su mejor forma para el día del Bicentenario. Ya montaron los andamios, que hoy serán cubiertos por una media sombra para que los operarios empiecen la obra. Esperan finalizarla en diez días.
«El capitalismo mata!», protesta un graffiti negro sobre el deslucido blanco de la Pirámide. En algunos sectores, faltan pedazos enteros de revoque. Mientras, el relieve de los escudos que decoran el monumento quedó opacado por decenas de manos de pintura.
A Mastrángelo, hijo, nieto y bisnieto de «frentistas de estilo», lo apenaba ver así al monumento. Y decidió ofrecerle al Ministerio de Espacio Público de la Ciudad restaurarlo en forma gratuita, aportando tanto los materiales como la mano de obra. Los andamios también fueron prestados gratis, en este caso por la firma Casati.
«La Pirámide depende del Gobierno de la Nación -explicó ayer el ministro Diego Santilli, que fue a ver el inicio de los trabajos-. Ante el ofrecimiento de Mastrángelo, nosotros nos ocupamos de solicitarle la autorización a la Nación para la obra, que la dio en tiempo récord, así como de tramitar todo el resto de los permisos necesarios para intervenir un Monumento Histórico Nacional. Y el arquitecto, que es un especialista en la materia, va a poner su arte y se hará cargo del costo de la obra».
La Pirámide a restaurar no es la original, un pequeño obelisco de 13 metros de altura hecho en adobe cocido y coronado por un globo. En 1856, el pintor y arquitecto Prilidiano Pueyrredón la rehizo más grande, encerrando a la primitiva entre ladrillos y argamasa. Fue entonces que en la parte superior le pusieron una estatua representando a la Libertad, realizada por el escultor francés Joseph Dubourdieu. El monumento pasó a tener sus 18,76 metros actuales. También le incorporaron cuatro figuras de tierra cocida, que en 1873 fueron reemplazadas por otras de mármol que hoy decoran la plazoleta de San Francisco, en Defensa y Alsina. El último cambio fue en 1912, cuando la Pirámide fue trasladada 63,17 metros, desde la que alguna vez fue la Plaza de la Victoria, frente al Cabildo, hasta su ubicación actual.
«La Pirámide no tiene problemas estructurales, pero sí degradación de la superficie -detalla Mastrángelo-. Además está cubierta por una cantidad de pintura exagerada, porque es continuamente agredida con graffitis y la forma más rápida de taparlos es pintar encima».
El arquitecto afirma que la recuperación de la Pirámide requerirá varios pasos. Primero la someterán a un hidrolavado a presión controlada, para limpiarla. Después la someterán a calor para poder retirar las distintas capas de pintura e ir devolviéndole su forma a los escudos. El paso siguiente será hacer un cateo para analizar si hay filtraciones o fisuras en la construcción, que serán rellenados con un producto especial. Y tras la restauración de los enlucidos o revoques y su nivelación, procederán a pintarla.
«Originalmente, la Pirámide estaba pintada a la cal -cuenta Mastrángelo-. Nosotros vamos a usar pintura a la caseína, que tiene el mismo color pero no se le desprende polvillo como a la cal. Y como terminación, vamos a ponerle un anti-graffiti que nos donaron los laboratorios Vart, que servirá para proteger la restauración. Además, ante nuevos graffitis, bastará con volver a colocar este producto para eliminarlos».
El reloj empezó a correr. Un equipo de seis personas encabezado por Mastrángelo trabajará diez horas por día para terminar la restauración el 20 de mayo. Justo para el festejo por los dos siglos de la Revolución que la Pirámide conmemora desde hace 199 años, en el corazón de la Plaza de Mayo.