Aquellos grandes médicos que no por la edad fueron gigantes sino por el compromiso y el sentido social de su profesión por seguro que no cerrarían el Hospital Fernández todas las noches condenando a otros ciudadanos a padecer frío para pedir un turno bajo el retrógado concepto del Ministro de Salud porteño que quienes se van a atender son extranjeros o bonaerenses: unos como otros pagan el IVA e Ingresos brutos, pero hacerle entender esto al Ministro Lemus es tan imposible como nombrar en el cargo de Salud al mismísimo rinoceronte que se hospeda en el zoo de la ciudad.
Decíamos que los grandes médicos fueron gigantes que se propusieron dar testimonio en vida porque, fundamentalmente, fueron vida en su expresión más exquisita.
Suponemos que valorizando el testimonio viviente del Dr. René Favaloro el diputado porteño Jorge Garayalde (PRO) consideró pertinente la oportunidad de modificar la denominación de esta calle por tratarse de un verdadero revolucionario en sus métodos quirúrgicos y un ciudadano ejemplar.
En su carta de despedida luego de visitar distintos despachos de los inútiles funcionarios de siempre, dice el Dr. René Favaloro lo siguiente y que extraemos de la Agencia de Noticias adnciudad:
“Él mismo, en su carta de despedida a amigos y familiares, dijo: “El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse. Hemos tenido reuniones con mis colaboradores más cercanos (…) me aconsejaban que, para salvar a la Fundación, debemos incorporarnos al ‘sistema’; sí, a los retornos; sí, al ‘ana-ana’, ‘pondremos gente a organizar todo’. Hay ‘especialistas’ que saben cómo hacerlo. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado. En estos momentos, a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros, mis profesores, me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar. Prefiero desaparecer”
“Es indudable que ser honesto en nuestra sociedad corrupta tiene un precio. A la larga o a la corta te la hacen pagar”, creía equivocándose.
“Lamentablemente, el sábado 29 de julio del 2000, René Favaloro se suicida en su departamento de Palermo. No hubo uno, sino múltiples motivos de su decisión. Tenía 77 años. Había quedado viudo en 1998. Estaba deprimido por las deudas de su Fundación, donde había empezado a funcionar un comité de crisis. Acababa de ver la lista de personas que iban a ser despedidas. Se le había muerto un paciente el día anterior. No sólo sintió ahogo por la corrupción en las obras sociales sindicales, sino también por trampas en clínicas privadas, a las que acusó de contar con “personal bien entrenado” para hacer negocios con la salud de la gente”.
El Dr. René Favaloro fue quien caminó ranchito por ranchito cuando ejerció como médico rural para enseñarles a quienes tienen menos que nada como hervir el agua y la leche evitando la diarrea a repetición; el Dr. René Favaloro se embarró el alma caminando aquellos descuidados campitos pero no para la foto de una campaña proselitista sino para quien necesitaba un médico.
El Dr. Favaloro como su colega el Dr. Ramón Carrillo quien puso en práctica el Tren Sanitario llevando salud, agua y alimentos a otros pueblitos del norte del país, a quienes se les tenía vedado anteriormente el acceso a estos derechos de toda persona viviente.
Este 29 de julio de 2010 será un nuevo aniversario de la otra dimensión de la vida, la de las causas superiores, de los valores por encima de los inútiles de siempre.
Este 29 de julio de 2010 será un nuevo día, será un nuevo aniversario, de una medicina al servicio de quienes necesitan atención.
Este 29 de julio de 2010, finalmente, será un nuevo aniversario de la grandeza por encima de las pequeñeces…